EL HOGAR SEGÚN PLUTARCO

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EL HOGAR SEGÚN PLUTARCO

En la antigua Grecia no había un sentido tan desarrollado como el que existe hoy sobre el bienestar y la alegría del hogar. Las familias griegas pasaban la mayor parte de su tiempo en la calle, ocupados en sus negocios, ejercicios físicos, baños termales, discusiones filosóficas o teológicas, política, ceremonias y culto a sus numerosos dioses. Actividades que se realizaban fuera de casa, en los mercados, plazas públicas, recintos deportivos, acrópolis, murallas y ágoras donde se debatía prácticamente sobre todo.

Por regla general, una familia griega prefería llevar una vida sencilla, con cierta austeridad, pasar poco tiempo en casa, y agotar la mayoría de su tiempo, esfuerzos y recursos en aumentar el prestigio y la grandeza de la ciudad. Que la belleza de sus construcciones, templos y monumentos llegaran a ser la envidia del mundo antiguo.

Durante los siglos I y II de nuestra era, la distribución de las casas giraba alrededor de un patio central en el que jugaban los niños, y en el que los adolescentes practicaban el arte de la espada. Mientras tanto las mujeres conversaban a la sombra de los soportales, realizaban pequeñas ofrendas en altares de piedra o cocinaban sobre unos hornillos con la ayuda de sus esclavos. El humo ascendía por encima de los tejados como preludio de una apetitosa comida.

La arqueología moderna ha recreado mediante sistemas digitales la estructura y dependencias de aquellas antiguas casas de adobe. Divididas en dos plantas y distribuidas por pasillos, las viviendas griegas disponían de zonas comunes, aposentos para hombres, mujeres, niños y esclavos y suficiente espacio para animales domésticos, así como caballerizas y pozos de agua dulce, entre otras estancias. Los muebles eran de madera tallada y pulida, en la mayoría de los casos de ciprés o de olivo, tocados con algún acolchado vistoso y pocos ornamentos. Era un estilo más austero y minimalista.

El estilo espartano no precisaba mucha comodidad para vivir, en realidad no la necesitaban, la mayor parte del tiempo encontraban otras apasionantes formas de vivir nuevas experiencias lejos de las obligaciones familiares y las rutinas domésticas.

El tiempo ha cambiado las cosas son distintas ahora y después de tantos siglos, aunque es cierto que pasamos mucho tiempo fuera de casa y que nuestras actividades seglares de trabajo, estudios y ocio ocupan una gran parte de nuestro tiempo, la verdad es que no vemos hoy el hogar como lo entendían los griegos del mundo antiguo. En estos momentos lo que necesitamos al regreso de nuestra actividad fuera de casa es regresar a nuestras cómodas zapatillas, recostarnos en un mullido sofá o participar de la creativa y divertida cocina mediterránea mientras saboreamos un excelente Merlot.

Sabemos que el concepto de hogar no está determinado exclusivamente por unas paredes y unas estructuras sino también por la atmósfera que convive dentro de ellas, por la sensación que nos transmite una decoración esmerada, una acertada iluminación y un ambiente familiar agradable. Sin embargo nada de eso es posible si no contamos con una buena base, con suficiente espacio para crear espacios que sean creativos, donde podamos crecer como personas, de una forma casi espiritual; realizando aquellas actividades que consigan alejarnos de nuestras preocupaciones: pintar, escribir, escuchar música, ver buen cine, cocinar juntos, compartir grandes momentos en familia.

Nosotros lo llamamos ambiente, los psicólogos lo llaman “clima emocional”. Nunca se ha hablado tanto de las emociones como en este tiempo, por ejemplo, los estudiosos del comportamiento humano han llegado a la conclusión de que además de la inteligencia mental, existe otra llamada “inteligencia emocional”, o dicho de otro modo, hoy no sería nada inteligente despreciar las emociones como si se tratara de una simple tendencia a la sensiblería.

Psychology Science of Therapy,  publicó recientemente un estudio según el cual es fundamental realizar actividades que fomenten la convivencia familiar, que promuevan un sano desarrollo emocional y cognitivo. Tener una buena relación familiar fortalece los vínculos afectivos y mejora la autoestima de cada uno de sus miembros.

Por supuesto un buen clima emocional, un buen ambiente familiar no dependen únicamente de la elección de una vivienda, pero un espacio demasiado pequeño, mal orientado o que forme parte de un barrio marcado por continuos conflictos vecinales no contribuiría al bienestar y por lo contrario podría ser un motivo de fricción y decepcionantes expectativas.

Nuestros asesores inmobiliarios cuidan hasta el último detalle. Sabemos lo importante que es para ti y para tu familia una buena elección.

En LA CLAU GROUP, nos hemos formado, adquirido una valiosa experiencia y dedicado más de tres décadas a ayudar a toda clase de familias a encontrar su hogar. No uno como el de los griegos en tiempos de Plutarco, sino un lugar en el que podamos sentirnos tan cómodos y reconfortados, que sin darnos cuenta nos convirtamos en personas más hogareñas, más vinculadas al ambiente familiar.

Hoy, que tanto énfasis han dado las campañas publicitarias a que abandonemos nuestra “zona de confort”, que viajemos más, que hagamos más deporte y pasemos más tiempo recorriendo las calles de nuestra ciudad, nosotros proponemos que no se desprecie la satisfacción que podemos sentir si logramos equilibrar las actividades al aire libre con las propias de nuestro hogar. Que nuestra vivienda sea algo más que un lugar donde repostar y proseguir sin apenas comunicarnos.

En LA CLAU GROUP, sabemos cuidar tus intereses, lejos de los eslóganes publicitarios y las modas efímeras, siempre nos hemos esforzado por promover un agradable sentido del bienestar.

By | 2019-01-07T17:48:40+01:00 enero 7th, 2019|Curiosidades inmobiliarias|Comentarios desactivados en EL HOGAR SEGÚN PLUTARCO